viernes, 15 de octubre de 2010

¿POR QUÉ NOS DISCRIMINAN?


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Que Ferrolterra es una comarca mal tratada y por lo tanto ignorada por parte de las administraciones, es algo de lo que, al menos por estos lares, nadie tiene ni la más mínima duda. Un asunto este que incluso llevó al mismísimo presidente Feijóo, en su discurso de presentación de José Manuel Rey como candidato a la Alcaldía de nuestra ciudad, a decir que hablar de Ferrol era hablar de una ciudad castigada y mil veces engañada.

Pero aún considerando que éste sea el motivo principal de nuestra decadencia como ciudad, las razones de nuestra discriminación, no debemos de centrarlas única y exclusivamente en el seno de las administraciones, pues de lo que de ellas sale no es otra cosa que el resultado de las gestiones realizadas. Y siendo esto así y lo es,  a donde debemos y tenemos que apuntar, como motivo de nuestras desdichas, es fundamentalmente a nuestros representantes políticos, unos políticos, los de las últimas tres décadas, que no pasan de la mediocridad y, por lo tanto, son portadores de un perfil político tan sumamente bajo, que hace que no tengan peso específico alguno dentro de sus propios partidos, y eso hizo y hace que no sean tomados en consideración por los que de verdad manejan los hilos de sus respectivas organizaciones.
Unos políticos estos nuestros, que lo único que parecen demostrar es total pleitesía a las decisiones y directrices que se emiten desde la calle Génova o desde la calle Ferraz de Madrid, independientemente, de cuáles sean y en qué grado los daños causados a quienes con su voto hicieron que ellos estén ahí. En Ferrolterra nos encontramos por tanto ante una clase política totalmente plegada a los intereses de partido, unos intereses, que generalmente y por supuesto, políticamente hablando, suelen redundar también en beneficio de quien los acepta, apoya y defiende, por entenderse esa postura, como  una muestra inequívoca de incondicional fidelidad al partido.
Por eso y en esa línea  son tan difíciles de entender las visitas del diputado Xavier Carro y del conselleiro de Economía e Industria, Javier Guerra, a los encerrados en el Ayuntamiento de As Pontes. Y no se entienden, porque, tanto el PSOE como el PP, tuvieron ocasión de rechazar el Decreto en el Congreso de los Diputados y sin embargo no lo hicieron. El PSOE, acompañado en esa ocasión por IU, votó favorablemente al decreto y el PP, como casi siempre en asuntos de este tipo o similares, optó por la abstención. Por lo tanto, uno piensa: ¿Qué coño pudieron decirles a los encerrados el diputado Xavier Carro y el conselleiro Javier Guerra? ¿Qué tipo de solidaridad, ánimo o esperanza, pudieron transmitirle al pueblo de As Pontes, después de ser traicionado por sus respectivos partidos?

Creo, sinceramente, que tanto uno como el otro están totalmente desligitimados para dirigirse ante nadie que se encuentre luchando, como en este caso, el pueblo de As Pontes, contra el decreto del carbón. Estos paisanos, ahora fueron, y no se puede entender de otra manera, descaradamente en busca de la foto en todos los periódicos pensando en las elecciones municipales.

Pero si ya es difícil de entender esas –en mi opinión– más que hipócritas visitas de apoyo, mucho más difícil de entender es la adhesión mostrada por el alcalde de Ferrol, el sr. Irisarri. Un alcalde, que se traslada a la villa pontesa para expresar su solidaridad con los encerrados y su rechazo al decreto, después de negarse a recibir a los que se encerraron en su ayuntamiento por el mismo motivo. Un alcalde que nunca fue capaz de defender a su propio pueblo cuando del sector naval se trató, llegando incluso a negarse a firmar la Iniciativa Legislativa Popular en la que se pedía el levantamiento del veto que sufre el astillero de Fene. Un alcalde que se suma a la manifestación celebrada en As Pontes después de despreciar y no acudir a la que se celebró en su ciudad para exigir una solución para la antigua Astano. Un alcalde, en suma, que primero descuida sus obligaciones con su propia ciudad y luego va de hombre responsable y solidario a casa de los vecinos.

Dar muestras de apoyo y, sobre todo, cuando estas están más que justificadas, es algo que engrandece a quien las da, pero estas tienen que venir desde la coherencia, y justamente eso es de lo que hasta ahora adolecieron estos ilustres visitantes. As Pontes y Cerceda pueden terminar –con el decreto del carbón– como Ferrolterra con el sector naval.  De momento, los primeros pasos dados tienen entre si mucha similitud. Recemos para que así no sea y, mientras tanto, porque pienso que esto va para largo, iremos viendo y analizando el grado de compromiso que esos ilustres visitantes mantienen con el asunto una vez pasadas las elecciones municipales.
diariodeferrol.com

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