Los astilleros de Ferrol-Fene sufren en primera persona la profunda crisis económica del grupo Navantia, propiedad del Gobierno, que cerró el año pasado con unas pérdidas de 51 millones de euros. Frente a la versión oficial, que justifica los datos financieros en un encarecimiento de los materiales y de los precios de las firmas auxiliares del sector, los sindicatos aseguran que son “graves errores en las decisiones políticas y de gestión” las que han llevado a la firma de construcción naval a una situación tan comprometida.
Para Comisiones Obreras, la centralización de todas las decisiones en Madrid y la apuesta por sistemas de producción de barcos poco eficientes e incompatibles con la industria de otros países dificultan en exceso el trabajo en los astilleros. Las instalaciones de toda España deben hacer frente además a la competencia de Estados emergentes. El Gobierno central del PSOE no es ajeno a todos estos problemas y ultima una reorganización de la cúpula directiva de la compañía.
“Las direcciones de ingeniería, de compras, el área técnica, todo se gestiona desde la sede de Madrid, lo que complica mucho las cosas. En ocasiones, un pedido tarda dos meses en llegar por el exceso de trámites”, asegura uno de los delegados sindicales de la empresa.
DEL NÉCORA AL SAP
Los cambios en el sistema de producción son más complejos. El año pasado, el director de Aprovisionamientos de Navantia ordenó la sutitución del programa Nécora, exportado a países como Australia con gran éxito, por el SAP. El Comité de Empresa de Ferrol-Fene no entiende ni comparte esta decisión. “El SAP es muy costoso, no es capaz de desarrollar aspectos fundamentales para nosotros, nadie sabe qué pasa”, afirmó ayer un portavoz de los trabajadores a Xornal de Galicia.
En toda España, el comité intercentros de Navantia ya ha hecho un llamamiento a los trabajadores de los distintos centros para que no colaboren en la introducción y aplicación del SAP.
Las consecuencias de la implantación del SAP no se han hecho esperar. Recientemente, el Gobierno australiano se ha dirigido a Navantia exigiendo la operatividad del programa Nécora, tal y como estaba previsto en el contrato entre ambos países.
Australia necesita acceder con asiduidad a los datos de producción, compras e instalación del programa Nécora, pero el presidente de Navantia, según los trabajadores, no se los facilita. El órgano director de la empresa, liderado por Pedro Gómez Jaén, no quiere dar explicaciones a los medios de comunicación. Fuentes próximas a la entidad apuntan que la ministra de Economía, Elena Salgado, prepara una revolución en la cúpula, todavía por confirmar. Suena para presidente el nombre de Carlos Suárez, antiguo responsable del grupo EADS-CASA.
CONTRATACIÓN ELEVADA
A pesar de las pérdidas económicas, Navantia presentó el año pasado los mejores niveles de contratación en un lustro, con pedidos por valor de 5.750 millones de euros. En la cartera de Ferrol están dos fragatas para Noruega, una fragata y un anfibio para España y dos barcos anfibios y el diseño de tres destructores para Australia. Todo ello garantiza, en circunstancias normales de operatividad, carga de trabajo hasta el próximo ejercicio 2011.
“Con el SAP jamás se construyó un barco, vale como mucho para cuestiones administrativas y de recursos humanos”, añaden los sindicatos. Por el momento, ni el grupo Navantia ni el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero han dado explicaciones sobre la evolución de una empresa con carga de trabajo que no para de acumular pérdidas. Los trabajadores esperan que no sea demasiado tarde.
Otro de los problemas que arrastra el astillero ubicado en Ferrol-Fene es el veto a la construcción de barcos civiles. Fue una decisión tomada por la UE y que en 2005 evitó que España tuviese que devolver las ayudas de 1.280 millones de euros que se utilizaron para la antigua Izar –bajo el mandato de José María Aznar, del PP– y que Bruselas consideró ilegales.
El presidente de la Xunta de Galicia, Alberto Núñez Feijóo, se comprometió el mes pasado en Ferrol a pedir al presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, una “negociación clara” con la UE para que se pueda levantar el veto impuesto hasta el año 2015.
Feijóo aseguró que planteará la necesidad “fundamental” de que Bruselas levante un veto “que no tiene sentido”, para permitir a España la utilización de “miles de metros cuadrados de la ría de Ferrol”, en especial, en el contexto actual de desempleo.
“Hoy estamos en un paradigma distinto, estamos en un momento en el que España es el país de la Unión Europea con más paro y más destrucción de empleo”, aseguró, y afirmó que “no puede ser” que “como consecuencia de reglamentos o interpretaciones de reglamentos europeos”, a “España se le prohíba usar su potencial económico”. Zapatero promete retomar las gestiones bajo la presidencia española en Europa en el año 2010.
NAVANTIA SE HUNDE
Astano y Bazán, dos símbolos de la historia industrial de Galicia, viven malos momentos. Refundidos en el actual grupo Navantia y con el veto de Bruselas para la construcción civil por decisiones erróneas del Gobierno de Madrid, la crisis económica afecta como a todos los sectores a las instalaciones de Ferrol-Fene.
Sin embargo, los trabajadores de los astilleros consideran que la recesión no es el motivo que explica las pérdidas de 51 millones de euros generadas en el año 2008. La SEPI, que pronosticó unos beneficios de 10 millones para el pasado ejercicio, justificó el resultado final en el encarecimiento de los materiales y en la escasa operatividad de las firmas auxiliares. Curiosamente, el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero prepara una limpieza en la cúpula de la compañía, por lo que no debe coincidir al 100% con las argumentaciones de sus directivos.
El grupo Navantia, tan pegado al mar como los barcos que produce, se gestiona desde unas oficinas de Madrid, siendo muy escaso el margen de actuación de los responsables de cada astillero. Todas las compras y decisiones están centralizadas y una de ellas es incomprensible: la sustitución del programa Nécora para la construcción de embarcaciones por el SAP, muy costoso económicamente e incompatible con la industria naval de países amigos de España.
Las protestas de los sindicatos se suceden desde hace meses y no hay respuesta por parte de la dirección de Navantia. Todas las promesas del año 2004 se han perdido en algún cajón de la sede de la empresa, no hay un plan industrial a largo plazo ni medidas consensuadas con trabajadores y auxiliares.
Algo huele a quemado en las turbinas de Navantia, lo que resulta difícil de comprender en una sociedad que por el momento, y a pesar de la crisis, tiene carga de trabajo. Actividad y pérdidas es un binomio que pocos economistas pueden justificar, aunque lo primero que recomendarían lo saben hasta los alumnos de cualquier Facultad de Empresariales: una auditoría a fondo.
xornal.com
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