domingo, 1 de diciembre de 2013

Hacia un sistema innovador, diversificado e internacionalizado


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En los países desarrollados en los que aún existe construcción naval han conseguido mantenerse en un mercado global muy competitivo en base a buques muy sofisticados y un tejido de empresas diseñadoras y fabricantes de elementos estructurales, bienes de equipo a incorporar. Es decir, una actividad productiva de importante valor añadido para la zona o país.

Lo que se hace desde hace bastantes años hasta la actualidad en la mayor parte de los pequeños y medianos astilleros de Galicia y en la empresa pública existente continúa limitándose fundamentalmente al proceso de construcción en grada, el proceso de completar el armamento a flote y las pruebas de mar. El avance más significativo de los últimos años ha sido, por un lado, la penetración en mercados de buques de carga más complejos, buques-factoría, buques pesqueros avanzados, cruceros? así como buques sofisticados para la Armada y, por otro lado, se han conseguido importantes mejoras en la utilización de materiales especiales y en los procesos de corte, conformado, soldadura, prearmamento en bloques, montaje en grada y a flote, botadura, pruebas y proceso de entrega de los buques, con calidad y garantía. En todo caso, excepto en los pesqueros, el peso del valor añadido con relación al precio total del buque sigue siendo reducido.
El caso de Navantia en Ferrol, orientada a construcciones para buques de la Armada española y de otros países, es muy singular por ser público y por la situación derivada de los acuerdos España-Unión Europea (la UE no autoriza construcción de buques civiles), pero también adolece del problema de tener que importar la mayor parte del equipamiento.

La existencia de un tejido empresarial innovador con capacidad de diseño y fabricación de equipos para la construcción y reparación naval y la cooperación entre los astilleros sería la base de una importancia real de una cadena empresarial bien estructurada e integrada, con alto nivel tecnológico de componentes y procesos, y una relevante aportación de valor añadido. Haciendo solo la parte final del proceso es difícil competir con los países emergentes, con costes mucho más bajos de la mano de obra y una legislación laboral, mercantil y fiscal muy distinta a la española.

El futuro está en un sistema empresarial diversificado e innovador, cada vez más internacionalizado, capaz de generar empleo estable y riqueza para la sociedad, y mucho menos necesitado de ayudas públicas. Las primas, subvenciones o sistemas equivalentes resultan, en bastantes ocasiones, discriminatorias entre empresas y entre trabajadores, y generadoras de sistemas enfermos en eterna y costosa reconversión que, en muchos casos, favorecen más a empresarios malos gestores que a verdaderos empresarios creadores de empleo y riqueza en una economía sostenible.
Jorge González Gurriarán es Catedrático de Organización de Empresas de la Universidade de Vigo y ex director general de Vulcano.

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