domingo, 22 de septiembre de 2013

Nadie detiene ya el crac del naval


El hundimiento del sector deja firmas en quiebra y aboca al paro a los operarios auxiliares

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Después de seis años de bum, sólo quedan sombras actualmente sobre el sector y sus trabajadores no ven la luz al final del túnel. ángel manso
Tres meses y llega el abismo. Nunca antes los astilleros de la ría ferrolana habían llegado a esta situación extrema, con las dos plantas acuciadas por la falta de trabajo y sin perspectivas de que, a corto plazo, vaya a resolverse esta situación. La antigua Astano está sin ocupación y en la vieja Bazán los operarios se afanan por acabar el único barco en cartera, el Adelaide, que dejará Navantia el próximo diciembre. El goteo de despidos comenzó hace ya más de dos años y hay decenas de trabajadores que ya han agotado sus prestaciones. La crisis más dura del sector se ha llevado por delante empresas de referencia en la comarca como Talleres Cachaza, Elecnaval y Tecnymo, ha obligado a hacer la maleta llevándose sus conocimientos y experiencia a operarios cualificados y ha hundido a la comarca en una recesión que ha disparado las listas del paro, cerrado comercios y expulsado del mercado laboral a miles de personas. El crac ya está aquí. Los protagonistas de la crisis del naval se mueven entre la decepción por las promesas incumplidas y la esperanza de que lleguen nuevas obras para que el motor de la economía de Ferrolterra pueda ponerse de nuevo a andar.

daniel grueiro, acaba de ser despedido de nervión

«Nunca pensé que tras dos años de movilizaciones no consiguiésemos trabajo». Ha participado en todas las movilizaciones y acciones llevadas a cabo en los dos últimos años en defensa del sector y para reclamar carga de trabajo. Pero Daniel Grueiro, como otros centenares de compañeros de otras subcontratas, ha sido despedido recientemente de la firma Nervión, al acabar el trabajo que tenía en la antigua Astano. «Nunca pensé que en dos años de movilizaciones no consiguiésemos carga de trabajo. Lo peor es que vemos que nos siguen mintiendo», se lamenta en relación con las promesas políticas. Afirma que si tras finalizar este año no se reactiva el sector, no descarta emigrar.
emilio garcía, ingeniero de dinaín

«A longo prazo, saír fora é a vía». Pertenece a la plantilla de la empresa de ingeniería Dinaín, que aplica un ajuste temporal para su plantilla. Pese a la caída de la obra en la ría ferrolana, la firma ha logrado contratos en Brasil -en donde cuenta con una oficina- y en Emiratos Árabes, que le despejan ocupación hasta cerca de marzo del próximo año. Sostiene que, aunque Navantia logre nuevos encargos que reactiven de nuevo la ocupación, al ser el naval un sector «con moitos altibaixos, a longo prazo, saír fora é a vía, para non depender ademáis dun único cliente».
bruno rodríguez, trabajador de eymosa

«Las empresas de la comarca están cayendo todas». Esta misma semana ha conocido que su empresa ha presentado concurso voluntario de acreedores, acuciada por la falta de trabajo. En sus momentos plenos de actividad, con obras en el naval y pedidos de envergadura y estables en el eólico, la firma empleaba a más de 200 trabajadores. Hoy queda cerca de una treintena. «Las empresas de la comarca están cayendo todas. Lo más seguro es que esta, que no tiene trabajo, pero también está rechazando obras en Reparaciones, acabe en la liquidación», lamenta. Pendiente de todas las noticias sobre el flotel que no acaba de arrancar y sobre el posible encargo de los buques gaseros para Repsol y Gas Natural, está convencido de que a corto plazo, el destino de la plantilla de Eymosa, si no cambian las cosas «es ir para el paro».
vicente vidal, operario del sector y portavoz del metal de la cig

«Sei de compañeiros que marcharon para Suiza, Portugal, a Tarragona, aquí non hai nada». «Estiven falando con compañeiros que levan tres anos no paro. Hai xente que marchou para Suiza, outros para Portugal, e para paradas de centrais en Tarragona, e que aquí non hai nada», se lamenta. Recuerda que aunque se logren obras para el sector, aún restará al menos un año para que generen ocupación para muchos operarios, «e mentras tanto aquí na comarca afundimos». 

raquel abeledo, se fue al naval de cartagena
«El naval no tiene futuro sin compromiso político con el sector». Trabajaba en el naval ferrolano y se marchó hace cinco años a Cartagena cuando su empresa, Fluidmecánica, abrió en esa ciudad una delegación para atender los encargos de Defensa. Considera que el naval en España se empezó a morir en los años 80, y ahora está agonizando. Lamenta que, pese a haber mercado, ni España ni Europa apuesten por esta industria y dejen que continúe la fuga de personal cualificado. Achaca al «austericidio» de los gobiernos comunitarios el drástico recorte de los presupuestos de Defensa y con el el tijeretazo a los encargos. «Ferrol lo tiene especialmente más complicado. La dependencia del naval para la comarca es absoluta. Hay mucha empresa especializada, pero si el astro rey que es Navantia deja de brillar, las empresas satélites morirán o tendrán que emigrar a otra galaxia si pueden. Y cuando todo cambie, que cambiará, costara mucho retomar la actividad, Se habrá perdido el mayor de los valores, el humano», lamenta. 

marcos amieiro, trabajó en róterdam y ahora en una auxiliar
«No sé lo que va a pasar pero en nada no habrá donde clavar una punta». Pasó por la experiencia de tener que emigrar al naval holandés debido a la falta de trabajo en la comarca y después por la quiebra de la empresa en la que se encontraba, TAE. Pero tras pasar unos meses en el paro ha vuelto a tener faena en una de las firmas que asumió la obra que desarrollaba su anterior compañía. «Estamos trabajando en el barco australiano, pero ya nos avisaron que en menos de dos meses se acaba todo», afirma. Por ello, las perspectivas no son nada halagüeñas. «No sé lo que va a pasar pero no hay en donde clavar una punta», afirma, al mismo tiempo que explica que en el interior del astillero «estamos viendo unos 15 despidos cada semana y piensas que a lo mejor es tu empresa la que la semana siguiente va a empezar a despedir».

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