Otro
concurso, uno más, que se va al garete. Hace un año los tailandeses nos
dijeron que no a la renovación de las turbinas del portaaviones Chakri
Naruebet. Posteriormente y hace escasamente poco más de un mes, Navantia
se cae de la lista corta del concurso para la construcción de un buque
de apoyo logístico – tipo Cantabria – para la marina noruega. Ahora, nos
quedamos fuera también del concurso para la construcción de dos
fragatas, de nuevo para la marina tailandesa. ¿Y que tuvieron en común
estos tres concursos que perdimos? El presupuesto.
Somos
simple y llanamente muy caros, o eso al menos, eso es lo que nos están
diciendo desde el exterior en estos tiempos de recortes presupuestarios
que viven todos los Estados. Esperemos que el próximo concurso, previsto
para dentro de un par de meses, para la construcción de un LHD para
Turquía, no se convierta en otra nueva decepción. Aunque en esta
ocasión, aún ganando el concurso, ese LHD no se construiría en nuestra
Ría sino en Turquía. En esta licitación, Navantia gozará de la ventaja
que pueda suponer participar como empresa asociada a uno de los más
grandes grupos industriales turcos, el grupo industrial SEDEF, pero
claro, como la pasta es la pasta y los presupuestos de los Estados y de
sus correspondientes Armadas son los que son y dan para lo que dan,
sería bueno que estuviésemos preparados por si recibimos un nuevo
batacazo.
Pero
dentro de esta guerra presupuestaria ¿Cómo es que si somos tan caros,
podemos hacer el flotel para Pemex? No lo entiendo, realmente no lo
entiendo, salvo que, los presupuestos que se estuvieron dando hasta
ahora fuesen, a sabiendas, inflados.
Es decir, que se estuviese aplicando una determinada política fruto de
una estrategia perfectamente trazada y pensada para rematar con una
nueva y definitiva reestructuración del sector en nuestra Ría. No
olvidemos, que hacer el flotel por debajo de las condiciones del mercado
también significaría vulnerar los acuerdos del 2004, lo que podría
suponer recibir una nueva sanción por parte de Bruselas.
Pero
volviendo a la cuestión de fondo. Si de verdad estamos, en materia
presupuestaria, fuera de mercado ¿Cómo es posible que determinadas
instituciones continúen enrocadas en
la idea de que el astillero de Fene tenga que continuar siendo, si o
si, únicamente de titularidad pública? ¿De qué valdría pedir el fin del
veto si luego no podemos competir?
Tenemos
que ser capaces de ver las fortalezas y debilidades de lo que tenemos, y
a partir de ahí, abogar por lo que se considere mejor para el
astillero, que será lo mejor para la comarca y por lo tanto, para los
ciudadanos. Astano, tal y como lo conciben algunas organizaciones, hoy
por hoy no tiene futuro de ningún tipo, ni tan siquiera en el Off –
Shore. Seamos razonables y utilicemos el sentido común por el bien de todos.
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