sábado, 17 de diciembre de 2011

Defensa recortará pedidos y aplazará pagos a la industria

DEUDA DE 32.000 MILLONES/ El próximo ministro deberá tomar medidas dolorosas para el sector, que obligarán a cerrar empresas y reducir expectativas de negocio.
Luis Montoto. Madrid

El frente de batalla más importante para el próximo ministro de Defensa no será la gestión de las misiones en el exterior, como la de Afganistán o Líbano. La guerra más difícil se librará en el plano económico, contra una deuda de 32.000 millones de euros que ha puesto en riesgo el propio funcionamiento de las Fuerzas Armadas. Este agujero (cuatro veces superior al del Ayuntamiento de Madrid), procede de la adquisición de sistemas de armamento, como el avión de transporte A400M o las fragatas F-100. Del importe total, 14.000 millones se deben a la cartera de Industria (que es la que ha prefinanciado las compras), y el resto son compromisos de pago con compañías como EADS, Santa Bárbara, Navantia o Indra.

Carme Chacón, ministra de Defensa en funciones, recortó el presupuesto un 16% entre 2009 y 2011, pero no acompañó este tijeretazo de un plan con soluciones a medio plazo. La consecuencia: el problema se ha agravado con impagos que, en el caso de programas como el Eurofighter, superan los 500 millones.Tras las elecciones, analistas y militares han comenzado a idear terapias de choque. Aplazar facturas, recortar pedidos, racionalizar compras con una agencia única, enajenar material, fusionar pymes que aporten valor y prescindir de empresas no competitivas... Son medidas inevitables.
·Reprogramar los pagos
Es lo más urgente y lo más obvio. A corto plazo, Defensa tendrá entre 1.000 y 1.500 millones anuales para responder a sus programas de modernización, a las necesidades de apoyo logístico y a su actividad de I+D. Sin embargo, esto es sólo la mitad de lo necesario para cumplir con sus obligaciones. Es imposible, por lo tanto, que la deuda esté saldada en 2024, tal como está ahora fijado. Habrá que “obtener un aplazamiento hasta 2030”, opina el coronel Carlos Calvo, de la Dirección General de Armamento.

·Recortarpedidos

La reducción de pedidos es una medida difícil y dolorosa, pero también está encima de la mesa. “Hay que desprenderse de plataformas en el mercado internacional y cancelar algunas adquisiciones, ya que España no necesita 27 aviones A400M, ni 45 helicópteros NH90 [de hecho, el Ejecutivo ya ha dejado en el
aire seis de estos pedidos]; es una decisión que no se puede demorar, para no hacer del Ministerio un pagador insolvente por más tiempo”, afirman Enrique Navarro y Rafael Bardají, analistas del Grupo de Estudios Estratégicos.
El 65%de los compromisos adquiridos son iniciativas del sector aeronáutico (en cooperación con otros países), mientras que el 25% son del ámbito naval y el 10% terrestres. La situación también exigirá posponer futuros programas, como la compra de vehículos 8x8.
·Agencia de comprasEs la propuesta estrella. Como advierte Carlos Calvo, crear una agencia de compras centralizada “es una tendencia inevitable que puede introducir racionalidad, ya que elmodelo vigente no parece responder a las necesidades actuales”.
La experiencia de otros países hace pensar que, uniendo la política de adquisiciones de los tres ejércitos, se gana en eficiencia. El gran ejemplo es Francia, que funciona con este mecanismo desde hace casi cinco décadas.
·Fusiones y cierresHace un año, el secretario de Estado de Defensa, Constantino Méndez, planteó el siguiente objetivo: “Limitar el perímetro del sector con fusiones y adquisiciones”. El 80% de los ingresos lo copan cuatro grupos: EADS, Navantia, Santa Bárbara e Indra. De ellas, la primera procede de un proceso de integración europeo. Santa Bárbara (especializada en carros de combate) está integrada en la estadounidense General Dynamics. Las restantes son Indra y Navantia, ambas con circunstancias distintas. Más allá de los gigantes, analistas como Félix Arteaga (Real Instituto Elcano), creen que debe haber fusiones en el parque de proveedores (sólo Navantia tiene 2.500), especialmente, entre firmas que aporten valor añadido. No hay dinero para sostener empresas que no son competitivas.
·Mantenimiento
Tras el desembolso para la adquisición de nuevos programas, habrá que afrontar el coste de su mantenimiento. Esta partida será más elevada que en el pasado, ya que los sistemas que entrarán en servicio son más sofisticados y, por ello, la factura a pagar por su revisión se encarece. La propuesta es enajenar aquel material que no sea necesario y concentrar las tareas de reparación en un número reducido de instalaciones.

·Ventas en el exteriorEs la gran exigencia de la industria para amortiguar el impacto de las medidas citadas anteriormente: que el Ejecutivo respalde campañas de exportación. Este apoyo es vital, pues para vender sistemas de armamento se necesita un acuerdo entre los gobiernos. “Defensa hace este papel con Navantia (de titularidad pública), pero hasta ahora se ha olvidado del resto”, afirman fuentes del sector.




Años duros

Las políticas de austeridad que pautan estos tiempos que vivimos no han dejado de lado, como era previsible, a los presupuestos de Defensa españoles. Si 2011 fue un año de recortes y de postergación de programas, el año 2012, pese al cambio de Gobierno, no deparará buenas nuevas en este sentido. Apretarse el cinturón, replantear estrategias de negocio y mirar, más que nunca, hacia el exterior son tres puntos clave en la hoja de ruta de la industria de defensa nacional.
La más que notable reducción de los gastos de Defensa en Europa es un hecho que, en el caso español, resulta especialmente dramático por cuanto la millonaria deuda acumulada por el Ministerio de Defensa pesa como una losa sobre las acciones a futuro. Sobre este escenario otro hecho a considerar: el repliegue de tropas en Agfanistán supondrá un importante ahorro para las arcas públicas, si bien la inminencia de ciertos programas, como el de blindados 8x8, dejarán de tener la consideración de prioritarios. Yendo más allá cabría deducir que los tiempos de crisis marcarán las fórmulas de intervención de la coalición de Occidente en futuros conflictos. El aséptico modelo de intervención en Libia, sin poner un pie en el suelo y en apoyo a una rebelión interna, tiene trazas de convertirse en ejemplo a seguir. Ello tendría consecuencias directas sobre el tipo de armamento que demandará este esquema de operaciones y, por tanto, sobre los requerimientos a la industria de defensa.
Asimismo, en el actual contexto de limitaciones presupuestarias a nivel nacional, la exportación es un capítulo que adquiere trazos vitales. En este punto, Latinoamérica es un escenario prioritario para la industria de defensa española, si bien es cierto que en un contexto de competencia creciente y siempre bajo el paraguas de la transferencia tecnológica. En 2010, último año del que se dispone de cifras cerradas, el 52,84 por ciento de las ventas de armas españolas se dirigieron a socios de la OTAN o la UE, como Alemania o Reino Unido, con los que se comparten programas como el “Eurofighter” o el A400M, las ventas restantes (532,1 millones de euros y un 47,2 por ciento), se repartieron entre 44 países, y entre ellos destacaron poderosamente  los de América Latina. Mientras en Europa y Estados Unidos, azotadas fuertemente por la crisis económica, el gasto en defensa cayó por primera vez desde 1998, en Latinoamérica se ha registrado una subida de casi el 6 por ciento.
La demanda de los países en esta vasta región del planeta es un tren que no podemos perder.


Mantenimiento naval

Por Julio Maiz

La posibilidad que Defensa encargue nuevos medios de combate navales es más que improbable. La actual cartera de pedidos de la Armada a los astilleros de Navantia consta de dos BAM (Buque de Acción Marítima), cuya recepción por la Armada pase posiblemente  al año 2012.

Con la entrega de éstos, quedará pendiente la firma del contrato de ejecución de una segunda serie de cinco buques más de este tipo. Mientras, prosiguen los trabajos para construir los cuatro submarinos de la serie S-80. Y, por supuesto, el mantenimiento de la flota, donde cobran prioridad  los trabajos  de gran carena, de los submarinos de la Armada española de la serie S-70, o Agosta.

Lea el artículo completo en nuestro Especial Defensa e Industria en España
- ya a la venta en Quioscos-

No hay comentarios: