lunes, 20 de junio de 2011

Barreras, el primer astillero privado de España, se queda sin carga de trabajo

El buque sísmico, de proa invertida,
El buque sísmico, de proa invertida, "WG Columbus" despertó una gran expectación del día de su botadura. 
L.PIÑERO - VIGO El astillero vigués Hijos de J. Barreras se enfrenta a partir de esta próxima semana en uno de los momentos más duros de su historia. El considerado como el mayor y el mejor astillero privado de España ha encallado víctima de la crisis económica y financiera que se inició en verano de 2008. La empresa confía en que, como muy tarde, después del verano entren en vigor los nuevos contratos ya firmados por Armas y el naviero Fernando Fernández Tapias.
Trabajadores del astillero y de las empresas auxiliares viven momentos de desolación ante un incierto futuro, aunque se muestran confiados en que la situación sea pasajera. Defienden que el trabajo del astillero es una referencia en los cinco continentes y recuerdan que el sector ha pasado tiempos muy difíciles y que siempre ha salido a flote.
La capacidad de supervivencia y recuperación ha sido siempre una de las claves de este astillero, que forma parte de la historia industrial de Vigo desde 1892.
Su etapa actual parte de diciembre de 1997, cuando la Sociedad Española de Participaciones Empresariales (SEPI), sucesora del Instituto Nacional de Industria (INI), privatiza el astillero 4,5 millones de euros. La naviera Odiel, la armadora Albacora, el empresario vigués José García Costas y un grupo de directivos entre los que se encontraba el actual presidente del astillero, José Francisco Viñas.

Este último fue el artífice de la mejor etapa en los 119 años del astillero, en los que las gradas se encontraban a reventar –se cedía nuevas construcciones a otros astilleros de la ría e incluso se pensó en la compra de las instalaciones de Astano, en Fene (Ferrol)–, y ahora languidece.
¿Qué ocurrió para que se llegase a esta situación? Lo primero que hay que tener en cuenta es que el sector naval se mueve por ciclos, como ocurre con la economía. La última mitad de la pasada década se alcanzó récords de producción inusitados en el sector de la construcción naval española, de la que Barreras era su abanderado indiscutible.
Si en el año 2007 la cartera de pedidos se había incrementado en un 13%, al año siguiente se produjo una caía del 31% y en 2009, ya en plena crisis, el desplome fue del 81%. El descenso de pedidos más importante se produce por parte de los navieros españoles, de tal forma que en 2009 el 97% de los barcos contratados lo fueron para la exportación.
La fuerte cartera de pedidos de los astilleros de la ría de Vigo recogida a entre los años 2007 y 2008 fue lo que permitió a los grandes astilleros de la ría de Vigo mantener su actividad hasta este momento. Barreras ha tenido que regular hasta el 80% de la plantilla en espera de que los nuevos contratos entren en vigor, mientras que Vulcano, que se encuentran en concurso de acreedores, terminará su único barco en construcción –un sísmico para la naviera noruega Rieber– a finales de verano, aunque está a la espera también de concretar un buque gemelo para la misma compañía.
La situación de Barreras no es diferente a la que tarde o temprano sufrirá toda la industria naval española. En el primer trimestre del año, el sector naval –con un total de 22 astilleros– solo logró un contrato, un barco de 3.693 GT que construirá el astillero asturiano Gondán para la armadora Edda Supply Ships UkLtd.

Empresarios del sector y los sindicatos creen que lo peor de la situación ha pasado y que en breve habrá un repunte de los pedidos.
Sin embargo, una nueva amenaza se cierne sobre el sector, la apertura de un expediente sobre el régimen fiscal de los astilleros españoles conocido como tax lease, que provoca una rebaja competitiva de un 25% en el precio final del buque y que los constructores navales españoles consideran "perfectamente legal".

Esta incertidumbre puede acelerar todavía más las dificultades por las que atraviesa el naval gallego, en especial Barreras, que necesita carga de trabajo de manera urgente para retomar su actividad.
Este es uno de los motivos que retrasan la entrada en vigor de los nuevos pedidos, ya que resulta imposible plantear presupuestos de construcción si lo que se juega una u otra parte es nada menos que una cuarta parte del valor del barco.
El otro gran escollo es la financiación, que se deterioró gravemente a partir de la crisis económica global. La construcción de barcos necesita avales y créditos millonarios para su terminación. Los ajustes a los que están sometidas las cajas de ahorro –que han sido uno de los principales aliados de la industria naval española– impiden afrontar estas aportaciones.
Todas las fuentes consultadas coinciden en señalar que la situación del mayor astillero privado de España es "coyuntural" y que la salida de esta situación está próxima.

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