jueves, 10 de febrero de 2011

Y AQUÍ TODO DIOS SIGUE CALLANDO

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Efectivamente así es, parece como si el silencio se convirtiese en la principal característica del pueblo de Ferrol en esta última década. La verdad, es que estamos pasando por una etapa, en la que ya pueden hacer con nosotros lo que sea, que por aquí todo quisque da la callada por respuesta.
Y los ferrolanos no somos así, nunca lo fuimos. Entonces ¿Qué es lo que coño está ocurriendo? ¿A qué obedece este tragar con todo lo que sea? Una sociedad se mueve en función de la vitalidad que muestren sus agentes sociales, y en ese sentido, realmente hay que decir que Ferrol es una ciudad que en los últimos años parece estar dormida, aletargada. Pero ¿Qué más tendrá que suceder para que despierte?  

Sin duda, una de las cuestiones en donde puede que se encuentre la respuesta a muchas de las interrogantes que en este tema se plantean, está en el hecho de que hoy se va a la política viéndola como un medio de vida y no como una forma de servicio a los demás, de servicio a la sociedad.
Es decir, de manera diametralmente opuesta a como la entendían los ciudadanos/as que a ella dedicaron su tiempo en épocas, aunque pasadas, todavía recientes. Y eso, es lo que hace que unos y otros, los actuales agentes claro, todos ellos mirando, probablemente, un poco para su propio ombligo, hagan un mal uso de esa generosa y solidaria actividad, pues buscan y rebuscan formas para justificar a quienes, siendo de su misma cuerda, son los que toman las decisiones que hacen que una ciudad o comarca, como en este caso la nuestra, viva en el ostracismo.
En nuestra ciudad se está dando una situación en la que todo se justifica y en la que, por lo que parece, no hay a quién exigirle responsabilidades de ningún tipo.

Unos, porque los que gobiernan en Madrid son de los suyos, y claro, seguramente y aún a su pesar por su condición de ferrolanos, aguantan con todo lo que nos echan y se mueren en la búsqueda de elementos que puedan justificar a sus compañeros de partido. Otros, porque los suyos son los que gobiernan en Santiago, y por ello, es por lo que también miran para otro lado como si la culpa de todos nuestros males, nos viniesen única y exclusivamente de fuera de Galicia y por lo tanto, presentan a sus compañeros del gobierno autónomo, como si de otros sufridos y engañados ciudadanos se tratasen, cuando realmente, eso tampoco se ciñe a la realidad.

Ahora ya sobrepasamos los 18.000 parados en nuestras tres comarcas, y ya son más de 7.000 los que no perciben retribución de ningún tipo, y sin embargo, ¿hay alguien que levante la voz? En absoluto. Y mientras 18.000 personas caen en el desaliento y de ellas 7.000 en la desesperación, unos se dedican a inspeccionar las aceras de la ciudad y a prometer a los vecinos lo que ya saben  de antemano que no van a poder cumplir, por lo menos en un 50 %, otros se dedican a arreglar problemas internos de partido y los de más allá, pasan el tiempo pidiéndole a Dios ( en la más estricta intimidad, claro ) que las instituciones sigan destinando millones y millones de euros para poder seguir realizando cursos y más cursos de formación, aunque luego valgan de muy poco por no tener donde aplicar lo aprendido.
Es decir, aquí tenemos un montón de problemas, entre los cuales están 18.000 parados, y a pesar de ello, nadie coge el toro por los cuernos. ¿Es esto normal?

No, yo no creo que sea normal observar como Ferrol se hunde y que aquí nadie mueva un dedo. Los ferrolanos de a pie estamos realmente preocupados con la situación de Ferrol, y tememos tener que estarlo más todavía dada la situación de nuestra empresa principal, Navantia. Y es que a nadie de Ferrolterra se le escapa que esta situación puede empeorar y mucho, con la negra perspectiva que Navantia tiene por delante dentro del futuro más inmediato, en el que no hay que descartar en absoluto, la posibilidad de un expediente de regulación de empleo (ERE) que, además, podría poner en serio riesgo a algún estamento de la empresa que hoy por hoy es harto suficiente a todos los niveles. Tanto, que genera beneficios año tras año.  

En Ferrol estamos vendidos. Por ello, es necesario empujar a quienes nos dirigen para no permanecer impasibles por más tiempo ante la cruda realidad que vive nuestra ciudad. Una ciudad y a la vista está, a la que cada día se le ve más hundida y con menos posibilidades de recuperación. Y ello, porque nuestra ciudad, como ninguna otra, puede vivir de las promesas.

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