viernes, 17 de diciembre de 2010

Seis años de Navantia

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Ayer se cumplieron seis años desde la firma en Madrid del acuerdo que selló la desaparición de Izar y la creación de un nuevo grupo, Navantia, que integró a los astilleros civiles de Fene y Puerto Real y que se orientaría a la construcción militar. Transcurrido este tiempo, y tras una primera época de contrataciones y gran volumen de actividad, el naval vuelve a zozobrar por la crisis y la falta de encargos.
reportaje de M.Mayoral
La decisión de las autoridades comunitarias, el 12 de mayo de 2004, de declarar incompatibles con el mercado las ayudas públicas recibidas por Izar precipitó la enésima reconversión del sector naval. A finales de aquel año, los sindicatos y la SEPI dirimían en la mesa de negociación cómo solventar la quiebra de la compañía minimizando daños.
El 16 de diciembre, las federaciones de industria de CCOO, UGT y USTG firmaron el acuerdo para la creación de una nueva sociedad, Navantia, en la que entraron los astilleros militares junto con los de Fene y Puerto Real, y la liquidación de Izar, en la que siguieron integrados Sestao, Gijón, Manises y Sevilla.
Para Ramiro González, de CCOO, que ocupó el puesto del comité intercentros en los últimos años, el tiempo ha demostrado lo acertado de la decisión de mantener el astillero de Fene en la esfera pública. Solo hay que mirar, señala, lo que ocurrió con las factorías que quedaron fuera de Navantia, todas ellas, sin excepción, en dificultades después de la privatización. Fuera del acuerdo se quedaron los sindicatos Colectivo Autónomo de Trabajadores (CAT), ELA (Solidaridad de Trabajadores Vascos) y la CIG, cuyo representante en aquella negociación, Antonio López Rivera, argumentaba su negativa señalando que “é repartir o traballo de Ferrol con Fene”.

En efecto, a partir de aquel acuerdo dejaron de existir dos astilleros en la ría, para constituir Ferrol y Fene un único centro de trabajo. Los críticos señalan que el de Perlío fue la única factoría, en el amplio mapa de Navantia, que desapareció de un plumazo.
La creación del nuevo grupo requería, además, de objetivos concretos y carga de trabajo. En el acuerdo firmado aquel 16 de diciembre se estableció que Navantia se dedicaría fundamentalmente a la construcción naval militar, reservando como máximo un 20% a la actividad civil, un reparto que habría de mantenerse hasta el 31 de diciembre de 2014 para cumplir con las condiciones de Bruselas. Además, se firmó el compromiso de construir dos nuevas fragatas en la ría de Ferrol y un buque gemelo al “Patiño” en Puerto Real. En la parte que le toca a la ría, hasta ahora solo se ha cumplido el encargo de la F-105 y los sindicatos siguen demandando la sexta fragata, aunque la crisis actual parece haber enfriado definitivamente las expectativas a corto plazo. Los del sur, por su parte, se llevaron un barco que antes había pertenecido a la cartera de productos de Ferrol y acaban de recibir el encargo de los nuevos Buques de Acción Marítima.

Prejubilaciones > Con la última reconversión, como en las anteriores, llegaron también las prejubilaciones. En total, 4.028 trabajadores de Izar, con 52 años cumplidos antes de aquel 31 de diciembre, se fueron a casa con el 76% del sueldo bruto garantizado. En Fene y Ferrol se acogieron a aquel expediente unos 1.200 operarios, con los que también se fue una buena parte del patrimonio de experiencia de la compañía. Se provocó, de hecho, un déficit en determinadas especialidades o áreas todavía hoy reconocido por la dirección del grupo.

Las dificultades económicas, por otra parte, no se hundieron con Izar. De entre los seis años de vida de la nueva Navantia, solo el ejercicio de 2007 se cerró en números negros. Fueron 200.000 euros de beneficio que en 2008 se transformaron en 55,8 millones de pérdidas pese al récord de contrataciones que había en ese momento. El año más negativo fue el pasado 2009 con 78,2 millones de euros en rojo, que el nuevo presidente de la compañía, Aurelio Martínez, prevé recortar casi a la mitad al cierre del actual ejercicio.
En estas circunstancias, la compañía se enfrenta a una situación de falta de contratos, como consecuencia de la crisis económica mundial, y a la necesidad de conquistar nuevos mercados fuera de España. La dirección del grupo quiere impulsar la actividad civil, entrando en el mercado eólico marino, por ejemplo, aunque el panorama se presenta complicado hasta 2015, el año en el que acabarán las restricciones.
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