lunes, 28 de junio de 2010

Galicia, olvidada durante el semestre español en Europa

Con una Unión Europea de 27 miembros y con perspectivas de aumentar el número de socios, España no volverá a ocupar la presidencia de turno, que rota cada semestre, como mínimo hasta dentro de... ¡14 años! El dato es suficientemente ilustrador de hasta qué punto el Gobierno debería haber calculado con extremo detalle sus objetivos durante este mandato. El semestre español acaba de concluir con unos resultados que el propio Ejecutivo califica como máximo de «razonables». Y que cualquier analista independiente tacha abiertamente de «fracaso». Y aclaramos que el fracaso es atribuible a los réditos obtenidos para los intereses de España, y no a los objetivos que se marcó de salida el Gobierno español, que no son coincidentes.

Resulta obvio que ningún Gobierno europeo puede utilizar su período de presidencia para obtener ventajas económicas o políticas. Pero es igual de evidente que cualquier país está obligado a aprovechar la influencia que le proporcionan seis meses de liderazgo europeo para desatascar trabas puramente políticas que afectan a su economía. Y, muy especialmente, a la creación de empleo. Y en ese aspecto, no solo el balance de la presidencia europea es un fracaso, sino que al Gobierno cabe exigirle responsabilidades.

Renuncia desde el inicio
Una de las mayores perjudicadas por la equivocación del Ejecutivo a la hora de elegir objetivos y prioridades ha sido Galicia. Desde el año 2004, los astilleros de Navantia en Fene padecen un arbitrario veto a la construcción de buques civiles impuesto por la Unión Europea. Si esa situación era discriminatoria desde un principio, en plena crisis y sin apenas yacimientos de empleo ese bloqueo resulta incomprensible. La Xunta, el Parlamento gallego, las tres principales fuerzas políticas de Galicia e incluso el Parlamento nacional instaron desde hace mucho tiempo al Gobierno a que convirtiera el levantamiento del veto a Navantia en Fene en una de sus prioridades políticas durante la presidencia española.
Zapatero aseguró que cumpliría ese mandato y se volcaría en levantar ese veto. Inmersos ya en el semestre español, el Gobierno respondió cada vez que se le preguntó que trabajaba en ello y que un resultado positivo era posible. Pero ha habido que esperar a que culminara el mandato español para conocer que no era cierto. Sabemos ahora que el Gobierno consideraba perdida esa partida desde el inicio y que por ello no gastó un solo cartucho en tratar de imponer su criterio. Así lo reconocen los fontaneros que han trabajado en Bruselas estos seis meses. Todavía esta semana, Zapatero aseguró en el Parlamento que había hecho gestiones personalmente. Pero fue incapaz de concretarlas.

El resultado es que el veto a la antigua Astano resulta ya inamovible. La tragedia para los trabajadores y las familias afectadas aumenta cuando se comprueba en qué ha gastado sus balas el Gobierno. Entre otras cosas, en tratar de dulcificar la presión de la UE sobre Cuba. Con resultado negativo, por cierto. O en intentar a toda costa que Zapatero se hiciera una foto con Obama. También con nulo éxito. Galicia ha sido la gran olvidada durante esta presidencia, lo cual indica que el Gobierno no debe depositar demasiadas esperanzas en el resultado en esta comunidad en las elecciones del 2012.
lavozdegalicia.es

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