Gobiernos del PSOE y del PP condenaron a Fene a ser un astillero que no podía hacer barcos

Fin a treinta años de condena. El veto que ha
convertido a la antigua Astano en la gran paradoja de ser un astillero
al que se le ha prohibido construir barcos culmina hoy. Aunque la
limitación que excluyó a uno de los dos gigantes navales de la ría de
Ferrol se materializó a mediados de los ochenta, con la primera
reconversión, los sucesivos Gobiernos centrales del PSOE y del PP han
ido prorrogando esa exclusión. La última fecha de caducidad del veto se
impuso en el 2005 cuando el Ejecutivo socialista de José Luis Rodríguez
Zapatero, ante el crac al que se encaminaba el sector naval público
acuciado por la exigencia de Bruselas de devolver 1.200 millones de
euros cobrados en ayudas ilegales, pactó con la UE prorrogar la
prohibición hasta el 31 de diciembre de 2014. Es decir, hasta hoy.
El fin de esa condena ha estado siempre encima de
la mesa en la actualidad comarcal, pero en los últimos meses ha ido
despertándose más que nunca el interés por saber qué sucedería cuando la
prohibición expirase. Pese a que Navantia y su único accionista se
niegan a confirmar que el veto finaliza hoy, a los representantes de los
trabajadores se les ha transmitido que sucederá así, tal y como estaba
previsto desde hace una década.
El anterior comisario de la Competencia, el
socialista Joaquín Almunia, comunicó a principios del pasado septiembre
que a partir del 1 de enero del 2015 Navantia ya no estaría vinculada a
los compromisos «que propuso el Reino de España» y que, «por
consiguiente, ya no se aplicará la limitación relativa a la construcción
naval civil». Con el levantamiento de la prohibición de construir
buques en este mercado para el astillero de Fene expira también otro
condicionante general impuesto en el 2005, y que acotó las ventas
civiles de todos los astilleros de Navantia al 20 % de la facturación
global de la compañía.
A lo largo de estas tres décadas, la antigua
Astano ha tenido que adaptarse sucesivamente a distintos mercados,
demostrando una versatilidad prácticamente inexistente en el resto de
factorías públicas españolas. Tras la primera reconversión se
especializó en la construcción de plataformas off-shore y también
fabricó medios gaseros para otras plantas del país y en los últimos
diez años, con las gradas vacías, ha fabricado módulos para los buques
militares que se han ido montando en el astillero ferrolano.
La esperanza de la eólica
De los 6.000 trabajadores con los que llegó a
contar en la década previa a la primera reconversión, hoy están
adscritos a la factoría poco más de 300, aunque casi la mitad están
desplazados a la antigua Bazán. El fin de la limitación llega acompañado
del primer contrato propio que firma en 14 años, aunque no se
materializará en la construcción de buque alguno, ya que es un pedido
para un nuevo segmento de mercado: la eólica marina. Fabricará en
alianza con la asturiana Windar Renovables por 90 millones de euros 29 jackets -plataformas sobre las que se asientan los aerogeneradores en alta mar- para la eléctrica Iberdrola.
Pese a las expectativas que se abren para el
astillero, Navantia no cuenta en estos momentos con perspectivas de
firmar encargos de construcción de buques civiles o plataformas para esa
factoría. Liberado del veto comunitario, resta por aclarar si Madrid va
a aprovechar todo el potencial de un astillero ya sin ataduras.
un hito histórico para el naval ferrolano fin a las limitaciones a la construcción civil