lavozdegalicia
Como empresario y con casi treinta años de vida laboral por
delante, me preocupa y mucho la situación en la que está entrando la comarca de
Ferrol, en la que todos queremos que en un futuro puedan trabajar nuestros
hijos. De todos es conocido que el motor de la zona son los astilleros de la
ría, si bien los empresarios y trabajadores tenemos parte de culpa por no ser
capaces de cambiar esta estructura económica del monocultivo. Somos una sociedad
hecha por y para el sector naval. Para lo bueno y para lo malo tenemos una
altísima dependencia de este sector, somos capaces de construir los barcos con
el mayor componente tecnológico y reparar con la mayor calidad mundial en los
mejores tiempos, pero a la vez somos incapaces de competir en otros
sectores.
Por ello y por el futuro de Ferrol tenemos que exigir que se nos
tenga en cuenta y que en momentos como este se nos ayude a seguir manteniendo
este elevado nivel de competitividad. ¿Cómo? Buscando la manera de inyectar
gasolina a este motor que está entrando en reserva. Este proyecto se llama dique
flotante, infraestructura marítima -llamémosle infraestructura y así nadie podrá
refugiarse en la limitación de la UE diciendo que se trata de una construcción
civil-, de más de 30.000 toneladas, con capacidad para varar buques de más de
350 metros de eslora y 65 metros de manga. Esto se traduce en carga de trabajo
de aproximadamente dos años para los astilleros de la comarca.
La demanda del dique flotante es un tema que ha sido objeto de
debate y que ha estado sobre la mesa desde hace más de una década, reclamación
defendida desde instancias diferentes y durante largos debates, finalmente
olvidado en grandes expedientes en despachos de políticos que estaban muy lejos
de entender las repercusiones de este proyecto para la comarca ferrolana. Pero
ahora, cuando se ha conseguido que toda Ferrolterra hable con una voz única en
esta reclamación, no podemos permitir que vuelva a pasar lo mismo ya que hace
una década era necesario, ya que cubría el objetivo de ampliar las capacidades
de reparaciones, pero en la situación actual es imprescindible, ya que cumple
dos objetivos: garantizar carga de trabajo a corto plazo para los astilleros y
ampliar la capacidad de Reparaciones a medio plazo.
Pese a los esfuerzos realizados por la dirección de las factorías
de la ría, a nadie se le escapa que en la obtención de nuevos encargos a nivel
internacional es determinante la implicación política al máximo nivel. Navantia
lleva cuatro años sin nuevos encargos, por lo que los talleres empiezan a estar
desocupados, en seis meses desiertos, y en un año veremos salir por la ría los
buques australianos y con ellos a más de mil trabajadores que los han hecho
realidad. No podemos permitir que esto ocurra. Tenemos que hacernos fuertes,
hemos hecho nuestro trabajo y ahora debemos exigir que otros hagan el suyo, que
es cuidar de Ferrol y no olvidarlo.
Los partidos políticos ya se han pronunciado a favor del dique,
así que ahora deben emprender todas las gestiones necesarias para
materializarlo. Su construcción evitaría la paralización de unas
infraestructuras y el despido masivo de personal y permitiría mantener la
competitividad del sector. No hace falta decir mucho más, excepto contestar a
«la pregunta del millón». ¿Quién pone los ciento y pico millones que hacen
falta? Como empresario estoy convencido de que, si fuese necesario, algunas
firmas incluso estarían dispuestas a participar para poder dar respuesta a esta
demanda. Pero como buen gallego contesto con otra pregunta: ¿Qué es más
rentable, 100 millones para garantizar a Ferrol y comarca su propio futuro o
pagar desempleos y ayudas a miles de trabajadores sin futuro?
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