domingo, 1 de febrero de 2009

Unas plataformas de récord mundial :qué fue de los discoverer, el «enterprise», el «Spirit» y el «deep seas»


Multiplicaron el prestigio internacional de la antigua Astano en el sector off-shore -el de la construcción de plataformas marinas-, aunque también le hicieron llenar algunas páginas de su historia que nunca deseó escribir. La saga de los Discoverer -el Enterprise , el Spirit y el Deep Seas - supuso a finales de la década de los noventa un auténtico espaldarazo para el astillero de Fene, al que proporcionó cuatro años de carga de trabajo y le posicionó en la vanguardia del sector.
La compañía americana Transocean había encargado en 1996 a Astano la construcción de la que sería la mayor unidad flotante de extracción petrolífera del mundo, con capacidad para perforar a través de una lámina de agua de 10.000 pies, la equivalencia de tres kilómetros de profundidad. Un mes después de marcar un hito con su botadura, el Discoverer Enterprise se hizo mundialmente conocido al soltarse de sus amarras la noche del 13 de enero de 1999 y, empujado por la fuerza del viento, que sopló aquella jornada a más de cien kilómetros por hora, empotrarse contra el ferrolano puente de As Pías y sembrar durante muchos meses la incomunicación de la ciudad.
Aunque el daño a la imagen del astillero fue entonces brutal, la plataforma apenas si recibió algunas abolladuras. El accidente se produjo en un momento en el que empezaba a cundir la preocupación por el futuro de la factoría -ese año tenía que equilibrar sus resultados económicos o podría verse abocado al cierre por mandato de la Unión Europea- y ante la ausencia de nuevos pedidos.
Pero el trabajo realizado por Astano en el ya célebre Discoverer Enterprise le sirvió para obtener de nuevo la confianza de la compañía texana Transocean, que, un mes y medio después del siniestro, le contrató otras dos plataformas gemelas, bautizadas como Discoverer Spirit y Discoverer Deep Seas . El contrato supuso, además de la inyección de 288 millones de euros -48.000 millones de las antiguas pesetas-, un espaldarazo a la autoestima de los operarios directos y de las compañías auxiliares del astillero, que habían logrado, por su trabajo, salir del bache con un pedido que garantizaba otros dos años de ocupación.
Entre 1996 y el 2000, el astillero fabricó las tres plataformas idénticas, con dimensiones superlativas. Tienen 254 metros de eslora (largo) -20 más que el mayor buque de la flota militar, el Juan Carlos I, que en estos momentos construye el astillero ferrolano para la Marina española-; 38 de manga (ancho) y 19 de puntal. Además, cuentan con capacidad para soportar sobre su cubierta unas 30.000 toneladas de carga.
Sin embargo, el mayor avance tecnológico logrado por Astano con estas plataformas fue su sistema de posicionamiento, basado en seis propulsores azimutales ( thursters ), que permiten a los artefactos perforar en aguas muy profundas, con olas de hasta 4,6 metros y vientos de 70 kilómetros por hora, manteniendo su verticalidad y sin necesidad de amarres.
La segunda unidad de la serie, el Discoverer Spirit , también registró un incidente en la ría, al quedar encallado a pocos metros del astillero, en aguas interiores, cuando la cadena del ancla se le enrolló en una hélice. No obstante, en esa ocasión, de nuevo la plataforma apenas resultó dañada y no hubo perjuicios a terceros.
La primera unidad de la serie abandonó la ría con destino al Golfo de México en agosto de 1998. Un año después fue entregado a su armador el Spirit y, finalmente, en mayo del 2000, partió por última vez del astillero fenés el Deep Seas .
Una década después de su entrada en operación en el Golfo de México, Transocean confirma que el Discoverer Enterprise -también sus dos gemelas- «continúa perforando muy bien», afirmó Mike Hall, vicepresidente de la compañía, recientemente en una revista especializada. La empresa subraya que las plataformas mantienen los más altos niveles de eficiencia y seguridad e incide en que desde la entrada en operación de la primera, en 1999, han batido varios récords mundiales.
Así, la empresa asegura que, cuando empezó a operar, el Enterprise fue la primera plataforma offshore del mundo en llevar a cabo de forma dual las capacidades de perforación y prospección de los pozos petrolíferos y en utilizar los propulsores dinámicos para extraer el crudo y luego enviarlo a un barco auxiliar.
El Discoverer Spirit batió el récord internacional de trabajar a 9.687 pies de profundidad y, un año más tarde, se superó a sí mismo al perforar en una lámina de agua de 9.747 pies. Sin embargo, fue el tercero de la serie, el Deep Seas , el que ostenta la mejor marca, al trabajar a más de 10.111 pies en el Golfo de México, en donde la saga continúa funcionando.
Transocean asegura que las tres unidades «han perforado pozos en un tiempo significativamente mejor que otras plataformas convencionales». El éxito de estos artefactos que salieron de las gradas de Astano llevó a la compañía americana a contratar la segunda generación de los Discoverer , que estará integrada por cinco nuevas plataformas.
Sin embargo, esa ya no es historia para la antigua Astano, que tras haberse situado a la vanguardia del sector off-shore -después de construir las unidades para Transocean fabricó la plataforma de mayor capacidad de almacenamiento del mundo- perdió su especialización en la última reconversión y se quedó condenado a la infrautilización en el ámbito de la construcción naval militar.

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