viernes, 21 de marzo de 2008


11 de noviembre del 2003
Un maremoto para el naval gallego
Crónica El declive de una actividad estratégica y centenariaLa fabricación de buques llegó a emplear en los astilleros ferrolanos y vigueses en los años setenta a más de 24.000 personas; hoy apenas alcanzan los 9.000 trabajadores
Autor del comentario:
B. Couce / M.V. Sola
Localidad:
ferrol vigo
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Los buques mercantes de mayor tonelaje del mundo, innovadores pesqueros y barcos de guerra. Galicia era, a finales de la década de los setenta, la referencia del sector naval en España y punto de mira de armadores extranjeros, que acudían curiosos a Astano, en la ría de Ferrol, a ver deslizarse los mayores buques del mundo botados desde una grada.
La tradición del sector naval gallego es centenaria. En la ría de Ferrol está estrechamente vinculada a la creación de los Arsenales militares, a partir de 1750, mientras que en Vigo surgió un siglo después, y se caracterizó por pequeños astilleros dedicados a construir barcos pesqueros. En ambos casos el crecimiento fue continuo hasta alcanzar, en la primera mitad del siglo XX, una gran categoría. Entonces ya contaban con renombre la Empresa Nacional Bazán y Astano, en el norte, y Vulcano, Barreras, Freire y Ascón, entre otros, en el sur.
La curva ascendente de la demanda multiplica los contratos en los astilleros gallegos. En 1962, las plantas viguesas fabricaban ocho de cada diez pesqueros que se contrataban en España. Quince años después se alcanza el cénit de la industria naval en la comunidad. En 1976, en la antesala de la gran crisis que hundiría el sector, los astilleros daban empleo directo a más de 19.200 personas, alrededor de 13.500 en Ferrol, además de generar ocupación para otras 5.000 en compañías auxiliares. El naval suponía entonces cerca del 11,5% del empleo industrial en Galicia. Fue el principio del fin.
Llega la reconversión
El declive de la economía y la reducción de la cuota naval europea, que pasó del 51 al 22% del mercado mundial, sumergió a principios de los ochenta a los astilleros españoles, y especialmente a los gallegos, en una crisis que aún no han logrado sacudirse del todo. Primero fue el propio Gobierno el que levantó el dedo proteccionista sobre el sector, recortando las ayudas públicas y los créditos a bajo coste, y después fue la entrada de España en la Unión Europea la que aceleró el hundimiento de la industria gallega.
En junio de 1983, el ministro socialista Carlos Solchaga anuncia la reconversión para el naval, que tuvo un impacto brutal en Ferrolterra. Astano fue la gran víctima del ajuste gubernamental. En 1975 contaba con una plantilla de 9.000 trabajadores. Veinte años después, apenas supera las 1.000, además de ser inhabilitado para la construcción naval convencional. En Vigo, la mayor expresión de la crisis fue el cierre de Ascón, que dejó en la calle a más de 15.000 personas, entre puestos directos e indirectos.
El astillero ferrolano de Bazán sobrevivió a la crisis, apoyado por los pedidos de la Marina y apostando por nuevos productos que lo han llevado a cosechar grandes éxitos internacionales, aunque también redujo drásticamente su censo de operarios.
La recuperación
Fuertes ajustes de plantilla han dejado un sector naval de síntesis -grandes plantas con una plantilla reducida y muchas auxiliares- y los astilleros públicos refundidos en torno al grupo Izar, esperando que la última reconversión, la del siglo XXI, la impuesta por la política de precios de Corea del Sur, sea la definitiva.

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