jueves, 25 de febrero de 2010

ZP y los dinosaurios de la Unión


El Gobierno aún no ha realizado gestiones para pulsar ante la UE la posibilidad del levantamiento del veto a Navantia ·· "Y no lo hará", se admite ya en ámbitos socialistas ·

· Los nacionalistas hablan del "pánico" de Zapatero a los grandes lobbys


Es de película, representación pura y dura en la era de la simulación. La reprimenda que José Luis Rodríguez Zapatero le echó a los grandes grupos financieros y empresariales de la Unión Europea, fue eso: una puesta en escena, un desahogo vital ante las cámaras. El de León se crece ante los f­ashes, pero es incapaz de adoptar la misma y valerosa posición en cuento se sienta a la mesa de los poderosos grupos de presión del viejo continente, donde la alemana Ángela Merkel y el francés Nicolas Sarcozy escriben el guión y aprovechan hasta la más mínima ocasión para poner a la sombra al inquilino de la M­oncloa. Entonces, Rodríguez Zapatero dobla el espinazo y calla. El diputado del BNG Francisco Jorquera lo dice con muy pocas palabras: "Ha bastado un mes de pánico y que Bruselas le haya apretado las tuercas, para que Zapatero rectifique y se eche atrás en sus medidas para combatir los efectos de la crisis económica y financiera en nuestro país". Entre esas medidas estaba, no hace mucho tiempo, la lucha por el levantamiento del veto que los dinosaurios de la UE impusieron a las gradas de la vieja Astano, después Izar y en la actualidad Navantia, una de las factorías que con más dureza sufrió las implacables y sucesivas reconversiones industriales de la década de los años ochenta.

Fue, aquella, una saga de dolor y desempleo que llevó a cabo aquel trío que pergeñaba la política económica del entonces presidente Felipe González: Miguel Boyer con la Hacienda pública en sus manos; Carlos Solchaga al frente de Industria, enarbolando el bisturí que sajó la espina dorsal de nuestros astilleros; y Joaquín Almunia, quien a la sazón llevaba el cómputo de los centenares de miles de trabajadores que se iban al paro y hoy dirige el departamento que se encargó de imponer el brutal e injusto veto que ha situado a Navantia al borde de la inanición empresarial.

Hoy, como ayer, son demasiados los intereses entretejidos en torno a la construcción naval en Europa como para que Zapatero, el mismo que exclamaba eufórico la idílica estancia de España en la liga de las estrellas, vaya ahora pidiendo favores para nuestros astilleros.

Y el ministro de Fomento, José Blanco, sobre quien recae la posesión del bien escaso de la credibilidad en un Gobierno increíble, lo sabe: si existiese la menor posibilidad de ir con éxito hacia el rescate de las atarazanas de Perlío (Fene, Ferrol), a estas alturas, tras dos meses de presidencia española en la Unión, ya habríamos recibido respuestas positivas en ese sentido y el inquilino de la Moncloa ya nos habría vendido la jugada a precio de mito histórico sin precedentes en la galaxia universal.

Pero no es así. La verdad, esas cosas que sólo se dicen tras las bambalinas, entre gritos y susurros, se resume en una sola frase: "Zapatero ha tirado la toalla", confesaba ayer a este periódico un destacado diputado del PSdeG-PSOE en la Cámara autonómica. En los soportales del socialismo gallego reina el mutis, pero en cuanto alguien tiene un poco de pudor democrático habla con la claridad del meridiano: "Navantia tendrá que esperar hasta finales de 2015, cuando el veto concluya y puedan replantearse sus actividades para entrar en los negocios de la construcción de buques civiles, tal y como demanda Galicia y todos sus representantes sin excepción". Bruselas, hoy por hoy, no está por la reducción de la condena.

BAJO EL SILENCIO DE LOS CORDEROS

Una iniciativa que pone de relieve la 'amnesia' del presidente

En el Parlamento de Galicia yace, bajo el silencio de los corderos, una Iniciativa Legislativa Popular (ILP), puesta en marcha por la asociación Rumbo 21, de Ferrol. Su portavoz, Ramón Yañez, se queja de que -tras acumular más de 18.000 firmas de ciudadanos, que han hecho posible un formidable impulso democrático- la iniciativa continúe en dique seco, a la espera de que alguno de los grupos con representación en la Caso del Hórreo la haga suya y la defienda. La ILP persigue, sencillamente, que Bruselas levante el veto decretado contra Navantia a mediados de esta década. Yáñez habla de "silencio cómplice", ante una propuesta que si no aprovecha los seis meses de la presidencia española de la UE jamás se llevará a cabo.

Entre nacionalistas y populares se cruzan acusaciones de boicoteo a la iniciativa, mientras desde el PSdeG-PSOE -con un secretario general bajo mínimos ante los suyos- se mira hacia otro lado. Los lanzarotes del socialismo galaico saben que el debate sobre la ILP que ha presentado la ciudadanía sólo servirá para poner de manifiesto, de un modo concreto y brutal, los numerosos y reiterados incumplimientos de las promesas de José Luis Rodríguez Zapatero en un ámbito vital de la estructura económica gallega.

Se cumplen los dos primeros meses del estrellato eurocomunitario del Gobierno central español y a Bruselas todavía no ha llegado la primera gestión sobre el contencioso naval. Y ello sucede en un tiempo en que, tras cruzarse millares de millones de partidas estatales que acudieron al rescate de los grandes grupos financieros y empresariales de la Unión, se le niega el mismo trato a un sector que en Galicia debería estar generando empleo de la más alta cualificación planetaria: la construcción naval, que además se ve forzada a competir en inferioridad de condiciones con los astilleros del sureste asiático, que han recibido dinero a espuertas de sus respectivos gobiernos en los lejanos mares del Sur .

elcorreogallego.es

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