El presidente del naval público anuncia un plan de ajustes en plena negociación colectiva
No son competitivos, con unas pérdidas que no
dejan de crecer, con problemas de tesorería y modelos de buques
obsoletos. Ese es el diagnóstico que hace de los astilleros públicos
españoles su máximo responsable, su presidente, José Manuel Revuelta,
quien ayer envió una carta a la plantilla de Navantia
para advertir de la difícil situación por la que atraviesa la empresa y
para anunciar que ha puesto en marcha un plan estratégico para intentar
revertir la situación que será presentado el próximo 4 de diciembre.
La historia de los astilleros españoles ha estado
marcada por la larga travesía en el desierto de las pérdidas, que no
han abandonado ni en los momentos de récord de ocupación y contratos.
Desde el año 2005, en el que se creó Navantia -resultante de la última
reconversión naval y heredero de algunas de las factorías de Izar-, solo
en el 2007 se lograron resultados positivos, pero pese a atravesar por
momentos delicados, hasta ahora nunca el máximo portavoz de los
astilleros había dibujado un panorama tan negro y había situado a la
empresa tan fuera del mercado.
Así, achaca la difícil situación a «la falta de
competitividad, que dificultará nuestra capacidad para lograr nuevos
contratos a futuro: la ausencia de una cultura de costes necesaria para
competir en un contexto local e internacional en el que el coste es
clave, haciendo imperioso un cambio radical en nuestra forma de
trabajar, la obsolescencia gradual de los productos desarrollados por
falta de nuevos contratos, y no contar con capacidades relevantes como
sistemista, muy importante para competir en el mercado militar».
Pese a haber superado los seis años sin nuevos
encargos, hasta hace dos contaba con pedidos en todos sus astilleros,
aunque alguno, como el modelo de submarino S-80 para la Armada española,
ha supuesto un quebranto económico y laboral a la firma, debido a los
problemas técnicos detectados.
En su misiva, Revuelta ahonda más en la pérdida
de competitividad de la empresa pública con respecto a sus rivales.
«Navantia se encuentra en una situación de pérdidas estructurales que es
necesario revertir, especialmente cuando muchos de nuestros principales
competidores han presentado resultados positivos en los últimos años».
Casi un año y medio después de asumir la
presidencia de la empresa, anuncia un plan de ahorro de costes, la
redefinición del programa del nuevo submarino y la potenciación de áreas
como la de reparaciones navales o de apoyo al ciclo de vida de los
nuevos buques.
La tijera planea por el futuro a corto plazo por
la compañía, ya que Revuelta afirma que el cambio en el modelo de
trabajo «optimizará los procesos con orientación al coste» y también
será necesario un nuevo marco laboral, «en línea con las necesidades de
las empresas que compiten a nivel global, mejorando en flexibilidad y
eficiencia». Este aviso a navegantes se produce en plena
negociación de un convenio colectivo que solo estará vigente hasta
finales de año y en el que la empresa ya ha advertido que recortará
derechos sociales a su plantilla.
El anuncio del nuevo plan estratégico -el enésimo
en la compañía pública- ha levantado las suspicacias de los
representantes de los trabajadores, que el pasado miércoles se reunieron
con José Manuel Revuelta para abordar la crisis de contratos por los
que pasa la firma. Los astilleros de la ría ferrolana se quedarán
totalmente parados en tres meses si antes no se logran nuevos pedidos.
El presidente asegura que la obra con mayores perspectivas de cuajar son
cuatro gaseros para la industria nacional. ¿Habrá cierres de centros o
despidos de personal en el nuevo plan? «A día de hoy no», afirmó
lacónico.
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