Aunque parezca que han pasado siglos, hace apenas
nueve meses que tomó posesión el nuevo Gobierno. Sin embargo, para
algunos ministros de Rodríguez Zapatero -y también para quienes los
jaleaban cuando ya nos deslizábamos, sin freno, por el terraplén- eso no
tiene la menor importancia. La proximidad de las elecciones autonómicas
amenaza con elevar a la enésima potencia la desfachatez de quienes
ahora exigen soluciones a lo que pudieron haber dejado resuelto.
El exministro Caamaño, ahora cabeza de lista del
PSdeG por A Coruña, visita a los trabajadores del naval para decirles
que cuentan con todo su apoyo para sacar al sector del punto muerto, que
comparte con ellos la preocupación, que respalda hasta la última coma
sus reivindicaciones y que sabe que todo el problema tiene nombres
propios: Mariano Rajoy y Alberto Núñez Feijoo. El exministro de Justicia
acierta. A ellos corresponde ahora cumplir los compromisos que han
adquirido para arreglar lo que Caamaño y Zapatero dejaron sin hacer.
Como antes Aznar y Piqué. Y aún antes, Felipe González y Solchaga.
Qué no, hombre, qué no. Que de la misma manera
que ya pocos creen en promesas mexicanas mientras no se empiecen a
colocar quillas, a nadie van a embaucar con piruetas en el aire. El
dique flotante para Navantia es tan necesario ahora como hace cinco años
(no seis, como se empecinan en decir los del PP), cuando Zapatero firmó
los últimos contratos para el naval ferrolano. Por cierto, que lo que
se demanda es dique -para seguir siendo líderes en reparaciones- y
contratos para grandes buques. Y no una cosa o la otra, como trata de
acuñar Feijoo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario