La ministra Salgado vislumbró brotes verdes y algunos no dudaron en asegurar que disfrutar de un nuevo esplendor en la hierba sería cuestión de tiempo, pero lo cierto es que la crisis sólo ha dejado tierra quemada para el ciudadano medio. Habrá que trabajar más por menos dinero, despedirse de algunos beneficios sociales que durante décadas consideramos intocables, acostumbrarse a pagar por servicios hasta ahora se sufragaban sólo con el sudor de nuestros impuestos... Julio no ha ofrecido tregua:
la subida del IVA, el tijeretazo de Fomento, el derrumbe presupuestario de Vivienda y la ratificación en el Congreso de una reforma laboral que, como sucedió con el decretazo previo, tiene la dudosa virtud de no haber dejado contento a casi nadie. Son sólo los últimos capítulos de una novela de miedo para el español de a pie, algo más que inquieto ante el implacable goteo de unos «ajustes» que convertirán el siempre complejo proceso de llegar a fin de mes en un doloroso ejercicio de prestidigitación.
De momento, ya se va despejando la incógnita de cómo afectará al consumo y a los precios el incremento del IVA, en un punto para el reducido y en dos para el normal. Un alza que el Gobierno se empeñó en aplicar contra viento y marea pese a los avisos sobre sus dudosos efectos secundarios en el crecimiento económico. El primer mes deja una tasa de inflación armonizada del 1,9%, lo que supone un aumento de cuatro décimas con respecto a junio. Es el registro más alto de este indicador en año y medio.
Salgado ya ha anunciado, con el eufemístico «no descarto», la llegada de nuevos esfuerzos impositivos para 2011
En cualquier caso, el impacto tendrá mayor onda expansiva, porque algunas empresas fueron subiendo los precios de forma paulatina en los meses anteriores, pero otras han decidido absorber inicialmente la subida a través de sus márgenes comerciales. El resto esperarán al fin de las rebajas para dejar caer sobre el consumidor el peso del tributo, al que le costará dar abasto para zurcir los agujeros de su bolsillo. Por ejemplo, el televisor LCD de 22 pulgadas con TDT y DVD incorporados que en junio costaba 349 euros, hoy vale 7 euros más. Y un coche de 15.000 euros lleva aparejado en su factura 2.700 euros en concepto de IVA, 300 más que hace un mes.
Comprar piso, esa quimera
Pero si hay un sector que puede quedar noqueado por el golpe impositivo, ese es el inmobiliario. Los nuevos compradores se han encontrado con que su flamante piso a estrenar de 125.000 euros —importe de la hipoteca media en mayo, según el INE— le cuesta ahora 1.250 euros más.
Vivienda, ese ministerio con la consistencia de una casita de papel, tampoco parece decidido a poner las cosas fáciles. Corredor ha anunciado la eliminación de 233 millones en ayudas a la compra de vivienda este año y de otros 500 en 2011. Pese a todo, quizá este sea buen momento para comprar, ya que el proyecto de ley de Economía Sostenible, en trámite de discusión parlamentaria, prevé eliminar las deducciones a la compra de vivienda en el IRPF para rentas superiores a 24.000 euros en las operaciones firmadas a partir de enero de 2011.
Tampoco faltan quebraderos de cabeza para los que superaron la sequía crediticia y están embarcados en la odisea hipotecaria. Aunque lejos de los niveles de mediados de 2008, el Euribor ha iniciado una escalada que le llevó a cerrar julio en el 1,37%, tasa que amenaza con provocar una revisión al alza del interés medio —2,71% en junio, según la Asociación Hipotecaria— que las entidades cobran a sus clientes.
Pero los esfuerzos fiscales para el ciudadano no acabarán con el IVA. Salgado ya ha asegurado que no descarta, eufemismo que debe traducirse como «da por hecho», que habrá nuevas subidas de impuestos en 2011, incluido el IRPF. En el aire pulula la idea de gravar las rentas altas, imprecisa medida que Zapatero saca a pasear cada vez que una encuesta le escuece. Mientras, algunas comunidades han movido ficha, evidenciando la elasticidad del término «rico». En Andalucía se alcanza la ilustre condición con 80.000 euros. Si usted es catalán necesita 120.000, pero si es extremeño le basta con la mitad. La España de las dos velocidades.
Con cuatro millones de parados anclados en un mar de desilusión, el salvavidas del modelo de prestaciones por desempleo también está en entredicho
Tampoco sería sorprendente que se retomara el impuesto del patrimonio, que el Gobierno suprimió en abril de 2008. Salgado ha llegado a afirmar que se arrepiente de haber liquidado un tributo por el que el Estado ingresaba 1.800 millones al año. Los expertos también apuntan la posibilidad de que el Ejecutivo obligue a limitar las bonificaciones en los impuestos de sucesiones y donaciones aplicadas por las autonomías del PP y algunas del PSOE.
También pasó a mejor vida la ayuda de 400 euros en el IRPF que el presidente se sacó de la chistera en la campaña electoral de 2008. La medida costó 5.700 millones, cuatro veces más del ahorro que supondrá la congelación de las pensiones, la medida más impopular del volantazo ideológico de Zapatero, y que afectará desde enero de 2011 a alrededor de cinco millones de jubilados. Desde 1985, las pensiones se revalorizaban al comienzo de cada año en consonancia con el IPC previsto. Que la España del tijeretazo no es país para viejos lo confirma que el debate sobre el sistema de pensiones se haya acelerado en las últimas semanas, con el horizonte de los 67 años como empinado destino final de la vida laboral.
Con cuatro millones de parados anclados en un mar de desilusión, el salvavidas del modelo de prestaciones por desempleo también está en entredicho. En entrevista a este periódico, Corbacho ya anunció que es «insostenible», y que los recortes no han llegado aún para evitar una «explosión social en la calle». De momento, el Gobierno ha prorrogado in extremis la continuidad de las ayudas de 426 euros que desde agosto del año pasado cobran los parados que han agotado el resto de prestaciones.
Para los que aún conservan su trabajo, el despido también será más barato. El grupo parlamentario socialista, con la abstención del PNV, ha aprobado una reforma laboral que prevé que las empresas «con pérdidas actuales o previstas» sólo tendrán que indemnizar el despido con 20 días por año trabajado, en lugar de los 45 actuales, una fórmula indefinida que amenaza con judicializar el hecho laboral hasta el colapso.
Los funcionarios no tienen ese problema, pero desde junio, sus nóminas sufren un recorte que va desde el 3% para las categorías más bajas al 10% de las superiores, incluidos sueldo base y trienios. Entre ambos extremos, hoy un maestro gana un 5% menos y los profesores y médicos, un 7%.
Con la misma facilidad para dar que para quitar de un plumazo, el Gobierno tampoco tuvo reparos en aniquilar una de las medidas estrellas de su política social, el chequé bebé. La ayuda de 2.500 euros por nacimiento, de la que se han beneficiado medio millón de familias al año desde julio de 2007, desaparecerá el 1 de enero, fecha de caducidad del pan que Zapatero se sacó de debajo de la manga ancha. En la ley de Depedencia, otra de las otrora niñas bonitas del presidente, se elimina la retroactividad en el pago de la prestación.
El bolsillo también se gripa cada vez que usamos el coche. Aunque lejos de los máximos de julio de 2008, el precio del gasóleo ha subido un 17% en los últimos doce meses, según el Boletín Petrolero Euopeo. La subida de la gasolina de 95 octanos supera el 11%. También se acabaron las ayudas a la compra de automóviles. La subvención del Plan 2000E, además de terminar en los tribunales, escondía la sorpresa de que tributaba a Hacienda, una letra tan pequeña que casi nadie pudo ni intuirla.
Para avivar la sensación de punto muerto y marcha atrás, el implacable tijeretazo de Blanco provocará un atasco en materia de nuevas infraestructuras (32 proyectos paralizados y otros 199 retrasados) por un valor de 9.600 millones. Según las constructoras, dejará más de 100.000 nuevos parados. El ministro no se cansa de repetir que «esto no da para más» y que «la cultura del todo gratis» se ha acabado. En definitiva, que habrá que acostumbrarse a pagar por usar las autovías. Da igual, de peaje o no, el túnel económico es tan negro que no dan ganas de salir de casa. Al menos hasta que el Gobierno, nuevo decretazo urgente mediante, dispare el recibo la luz el día menos pensando y sin previo aviso.
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