sábado, 3 de enero de 2009

La industria naviera frente a aguas turbulentas

FNM) Todo indica que la actividad naviera tendrá que navegar mares arbolados el próximo año, por causa del debilitamiento de la economía mundial.
A medida que la economía avanza lentamente hacia la recesión, se va disparando el efecto dominó que afectará a esta industria.
Dado que la mayor parte del comercio internacional es transportado por mar, la industria naviera sentirá seguramente el pinchazo de la vertiginosa caída global del consumo, la producción y los volúmenes comerciados.
China, cuyo crecimiento económico ha impulsado el del resto del mundo durante esta última década, también sufrirá una caída. El Fondo Monetario Internacional ha estimado que el PBI chino crecerá el año próximo un 8.5%, valor menor que el proyectado previamente (9.3%).
Los consumidores continuarán también ajustando sus gastos, y las industrias reducirán su producción.
Todo esto resultará en una menor demanda de bienes, materiales y componentes, y una disminución del comercio global.
Y varios sectores del “shipping” sufrirán más que la mayoría.
Las penurias del comercio de cargas a granel parecerían destinadas a continuar, ante una mayor declinación de la demanda de este tipo de ítems.
El comercio de contenedores también sufrirá una abrupta caída, en parte por la inminente entrada al mercado de una gran cantidad de nuevos buques. Esto ocasionará que el precio de los fletes – que ha recibido recientemente una fuerte paliza – profundice su espiral descendente.
Esto también hará bajar los precios de los barcos y afectará el ingreso neto de las compañías navieras, cuya valuación se verá reducida a medida que decline el valor de sus activos.
Sin embargo, los jugadores con bolsillos profundos y grandes reservas de efectivo, encontrarán múltiples oportunidades para adquirir buques baratos y expandir sus flotas.
Como resultado de la crisis crediticia, los bancos actuarán con mayor cautela en los mercados de financiación de barcos.
Habrá entonces menos fondos disponibles, especialmente para las navieras pequeñas. Las compañías que procuren asegurase financiación deberán pagar mayores intereses.
Como la disponibilidad de fondos se hará más escasa y cara, las empresas navieras diferirán la toma de créditos, y sus programas de expansión.
Los astilleros también se verán frente a una contracción de la demanda, con firmas navieras que diferirán sus órdenes de compra, y armadores en problemas que cancelarán las suyas.
Sumado a esto, el “congelamiento financiero” también resultará en un endurecimiento de los bancos en la emisión de letras de crédito y facilidades financieras comerciales para importadores y exportadores, lo que afectará adversamente al volumen del intercambio.
La cuestión de la seguridad marítima será también motivo de cuidadoso seguimiento, en la medida en que se mantenga la ola de ataques a buques mercantes en el Golfo de Adén.
Aun cuando la vigilancia y patrullado navales se hayan incrementado en la estratégica ruta marítima que facilita la mayor parte del transporte marítimo de crudo del mundo, la frecuencia e intensidad de los ataques no han podido ser doblegadas.
La comunidad marítima deberá tomar acciones más drásticas y efectivas, para erradicar la amenaza de la piratería en aquella región.
En función del crecimiento de los casos de piratería, es de esperar un incremento en las coberturas de seguros sobre buques, tripulaciones y cargas. Propietarios y armadores tendrán que contratar coberturas adicionales tales como las de secuestro y rescate, y pagar primas por “zona de riesgo de guerra” en áreas tales como el Golfo de Adén.
El foco sobre la protección del ambiente marino también se intensificará, en virtud de la introducción de nuevas convenciones ambientales, y de la creciente atención pública y preocupación sobre la materia.
Varios países que han introducido leyes restrictivas para proteger sus áreas marítimas de la contaminación producida por la actividad naviera, serán más estrictos en el control de su cumplimiento, en función de varios incidentes recientes de alto perfil.
El encarcelamiento del Capitán y Primer Oficial del buque tanque “HEBEI SPIRIT”, que derramó petróleo frente a las costas de Corea del Sur en diciembre de 2007, ha generado un antecedente que preocupa a muchos armadores y a muchos marinos mercantes.
A pesar de que ningún sector es inmune a la generalizada caída de la demanda de servicios navieros generada por la debacle económica mundial, el sector del “offshore” debería continuar desempeñándose bien, dada la continuidad de las actividades petroleras.
La demanda de buques de servicios offshore, especialmente, permanecerá alta dado que las principales petroleras continúan con sus actividades de exploración y explotación en aguas profundas.
El mercado de buques tanques permanecerá animado, pues la demanda global de energía continúa creciendo, si bien a un ritmo modesto.
Es de esperar que el crecimiento económico y la demanda de servicios de buques portacontenedores en Oriente medio y Sur de Asia continúen también animados.
La industria naviera – dependiente de la demanda de servicios -, estará lista para reaccionar rápidamente, una vez que la confianza de los consumidores, la producción industrial y la economía global comiencen a repuntar Por Nazery Khalid, del Instituto Marítimo de Malasia.

1 comentario:

Juan Carmelo Monge dijo...

Buenas tardes desde Barakaldo (Vizcaya). Ahondando en los comentarios de su blog, comento que el Baltic Dry Index, índice de fletes del mercado de carga seca, se ha dividido por seis durante el último cuatrimestre de 2008, alcanzando su mínimo de los últimos seis años, lo que ha hecho saltar todas las alarmas. Las acciones de algunas de las empresas navieras más importantes que transportan graneles sólidos como mineral de hierro, carbón o grano, destinados a transformarse en acero y otros productos manufacturados, han caído entre un 50 y un 70% en los últimos meses.

Si lo desea puede visitar mi blog http://jcmongeconsultor.blogspot.com/