Senado
Sesión del Pleno
celebrada el miércoles, 26 de abril de 2006
DE DON FRANCISCO XESÚS JORQUERA CASELAS,
DEL GRUPO PARLAMENTARIO MIXTO,
SOBRE LA POLÍTICA DEL GOBIERNO EN RELACIÓN
CON LA EMPRESA PÚBLICA DE CONSTRUCCIÓN
NAVAL NAVANTIA, CON ESPECIAL
ATENCIÓN A LA SITUACIÓN DEL ASTILLERO
FENE (A CORUÑA) (S. 670/000105).
Interpelación del senador Jorquera, del Grupo Parlamentario
Mixto, sobre la política del Gobierno en relación
con la empresa pública de construcción naval Navantia,
con especial atención a la situación del astillero de Fene en
A Coruña.
Para la exposición de la misma, tiene la palabra el senador
Jorquera.
El señor JORQUERA CASELAS: Muchas gracias, señor
presidente.
Señor vicepresidente segundo del Gobierno, el objeto
de la presente interpelación es solicitar del Gobierno la explicación
de sus planes de futuro respecto a la empresa Navantia,
en particular, en lo relativo al astillero perteneciente
a esta empresa, radicado en la localidad ferrolana de
Fene.
Después de los acuerdos firmados entre la SEPI, los
sindicatos, UGT y Comisiones Obreras, en diciembre de
2004, el astillero de Fene ha pasado a pertenecer al grupo
público Navantia, empresa que puede realizar construcción
civil, con la limitación expresa de que los contratos
no superen el 20 por ciento de la facturación total de la
empresa. Como resultado de aquel acuerdo, se produjeron
1.400 prejubilaciones de trabajadores de Navantia en la
ría de Ferrol, tanto del astillero de Fene como del de Ferrol.
De los 5.000 trabajadores con que contaba el astillero
de Fene en el año 1984, solo quedan en este momento 350
trabajadores. El astillero Navantia-Fene, la antigua Astano,
lleva sin carga efectiva de trabajo desde agosto de
2003, cuando entregó la plataforma encargada por la empresa
Statoil. Ante la falta de carga de trabajo, una parte
importante de su cuadro de personal está desplazado a Navantia
Ferrol, estando las instalaciones de Fene completamente
infrautilizadas. La situación actual de este astillero
es fruto de decisiones políticas y no solo de razones de
mercado, que a lo largo de 20 años han convertido un astillero
puntero en Europa en un inmenso cementerio industrial.
El astillero de Navantia-Fene, anteriormente Izar-Fene,
y originariamente Astano, padeció en el año 1984 lo que se
denominó la primera reconversión naval. En aquel momento,
se utilizó Astano como moneda de cambio ante
Bruselas, para permitir las ayudas públicas a otros astilleros
del sector civil. Posteriormente, en el año 1986 se produjo
un hecho singular, pues el astillero de Fene es el único
de la Unión Europea al que se prohibe construir barcos y
tiene que dedicarse al sector «off shore». Pese a esta prohibición,
la antigua Astano sabe adaptarse y se convierte en
un astillero a la vanguardia de Europa en la construcción
de FPSO, siglas inglesas que denominan los artefactos flotantes
dedicados a la descarga, almacenaje y producción de
petróleo, más comúnmente conocidas como plataformas
petrolíferas móviles.
Esto es así porque sus gradas eran aptas para la construcción
de este tipo de plataformas con forma de buque, y no
para la construcción de plataformas fijas, que requerirían
unas instalaciones especiales; también para atender la de-
manda existente, dado que las plataformas móviles no necesitan
otras infraestructuras, como los gasoductos; permiten
extraer gas o petróleo en aguas más profundas, y pueden
desplazarse para operar en nuevas bolsas de petróleo y gas.
A partir del año 1995, la capacidad de adaptación de la
antigua Astano a las nuevas exigencias hace que sea un astillero
a plena capacidad de producción, que incluso debe
subcontratar cargas de trabajo para atender los pedidos
existentes. Pero de nuevo el futuro de Astano se va a ver
condicionado por decisiones políticas.
En el año 1997, la Unión Europea, respondiendo a la
presión de los astilleros ingleses, establece que los artefactos
flotantes con forma de buque, las plataformas móviles,
estaban incluidas en la prohibición de construir buques,
condenando a la antigua Astano a convertirse en el futuro
en un subcontratista del resto de los astilleros públicos.
Ya en fechas más cercanas, en el año 2003, en el Consejo
de Ministros celebrado en el palacio de María Pita, en
A Coruña, a raíz de la catástrofe del «Prestige», se acordó
solicitar a la Comisión Europea que levantase las restricciones
a la construcción naval civil, a la por entonces Izar-
Fene. (El señor vicepresidente, Molas i Batllori, ocupa la
Presidencia.) Se trababa de una medida justa, pues si Galicia
tenía que soportar frente a sus costas el continuo tráfico
de buques con mercancías peligrosas; si había tenido que
soportar en los últimos 30 años siete de las diez mayores
catástrofes marítimas de Europa, con consecuencias gravemente
contaminantes; si había tenido que soportar tres de
las diez mareas negras más graves registradas en el mundo
en ese período, también era justo que se pudiese beneficiar
de la carga de trabajo que generase la necesaria renovación
de la flota marítima a nivel mundial a fin de adaptarse a las
nuevas exigencias de seguridad; más justo si cabe tratándose
de un país con vocación y experiencia en el campo de
la construcción naval y dotado en la antigua Astano de
unas instalaciones punteras y con recursos humanos con la
cualificación necesaria para acometer esa tarea.
Han pasado más de 20 años desde la primera reconversión
en el sector naval, y nos encontramos con un astillero
que ocupa un espacio de más de 800.000 metros cuadrados
en una situación de práctica inactividad, convertido a efectos
prácticos en un auxiliar del astillero de Ferrol, para el
que en la actualidad solo realiza bloques para el futuro buque
de proyección estratégica.
La comarca de Ferrol ha tenido siempre en la construcción
naval su principal sustento económico, y Ferrolterra
no se ha recuperado nunca de los efectos demoledores de
las sucesivas reconversiones en el sector naval.
Se trata de una comarca con menos población de la que
tenía hace 20 años, que sufre la sangría de una continua
emigración juvenil, ante la falta de expectativas laborales,
y que soporta una de las tasas de población desocupada
más altas del Estado español.
En la actualidad, el mercado de la construcción naval
registra récords de contratación por las necesidades de renovación
de la flota mercante a nivel mundial, y como resultado
de la creciente importancia estratégica del transporte
marítimo de mercancías, debido a sus menores costes
y a la saturación de las redes de transporte terrestre.
Por esta razón, la construcción naval europea está recuperando
de manera sensible cuotas de mercado. Sin embargo,
y a pesar de este contexto favorable, el astillero sigue
teniendo grandes dificultades para garantizar una
carga efectiva de trabajo, y en este hecho pesan de nuevo
decisiones que dependen de la voluntad política.
Así, recientemente, la petrolera rusa Rosneft encargó
tres quimiqueros al astillero gallego Vulcano, de Vigo; debido
a su eslora, 175 metros, que hacía inviable la construcción
de sus cascos de acero en el astillero de Vigo, Vulcano
subcontrató su construcción a Navantia; incomprensiblemente,
Navantia decidió construirlos en el astillero de
Puerto Real, alejado de Galicia 500 millas náuticas, en lugar
de hacerlo en Fene, alegando que Navantia Fene tenía
una ocupación del 99 por ciento. La adjudicación de esta
construcción a la antigua Astano hubiese supuesto 700.000
horas de trabajo seguras, y otras 370.000 posibles, y la hubiese
compensado del castigo político que había sufrido de
todos los gobiernos del Estado.
Decir que Navantia-Fene tiene una ocupación del 90
por ciento no se corresponde con la realidad. El método de
cálculo que utiliza la SEPI para medir la ocupación se refiere
sólo a la plantilla, a los trabajadores y trabajadoras
que han quedado después de la reconversión, y no se refiere
para nada a la actividad del astillero y a su capacidad
productiva. La realidad es que Navantia-Fene no hace
nada: sólo es un astillero auxiliar del de Ferrol.
En lo que a la construcción naval se refiere, el pasado
21 de marzo el ya ex ministro José Bono puso en duda que
la fragata F-106 se fuese a construir en los astilleros de Navantia
de la ría de Ferrol, en contra de lo previsto inicialmente.
Sin embargo, la F-106 es fundamental para mantener
la construcción naval militar en la ría de Ferrol. En este
momento, los distintos astilleros adscritos a Navantia tienen
carga de trabajo asegurada a medio y largo plazo, menos
los de la ría de Ferrol: el de Ferrol y el de Fene. Cartagena
tiene carga de trabajo asegurada hasta 2018, con los
pedidos de submarinos de Tailandia. El complejo de astilleros
San Fernando-Puerto Real tienen carga de trabajo
asegurada hasta 2012, con el pedido de Venezuela. En
cambio, los astilleros de la ría de Ferrol, Fene y Ferrol,
solo tienen comprometida carga de trabajo hasta 2009.
Por estas razones el Bloque Nacionalista Galego interpela
al Gobierno en el Senado para que explique su política
para Navantia, y en particular para el astillero de Fene. En
concreto, queremos saber si el Gobierno tiene voluntad política
de renegociar el acuerdo con la Unión Europea, que
imposibilita en la práctica la construcción civil. Queremos
saber también si el Gobierno piensa adoptar las medidas
necesarias para dotar al astillero Navantia-Fene de carga
plena de trabajo. Y por último, nos gustaría saber si considera
que se deben modificar los criterios utilizados por la
SEPI para la determinación del grado de ocupación de sus
centros, teniendo en cuenta la capacidad efectiva de los astilleros
a la hora de establecer los criterios de evaluación.
Muchas gracias.
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