viernes, 16 de octubre de 2009

Ferrol Valley


El Guadiana pasa por Perlío. Como el río que se traga la tierra y vuelve a fluir a cielo abierto, la reclamación para que el antiguo astillero de Astano pueda construir barcos civiles aparece y desaparece. En el 2005, Madrid y Bruselas llegaron a unos acuerdos (parcialmente secretos) por los que hasta el 2015 se obliga a Astano a pagar el pato de las ayudas ilegales que recibieron durante años astilleros públicos de todo el país. Hace unos días, Núñez Feijoo recordó a las autoridades comunitarias que las mejores instalaciones navales de Europa están condenadas a la molicie. Esta semana fueron PSOE, PP y BNG los que instaron al Gobierno a mantener la presión y, además, a permitir la entrada de capital privado para aprovechar el repunte del mercado de reparaciones.

La factoría de Perlío, en otros tiempos pionera mundial en conocimiento, técnicas y prototipos, quedó integrada en Navantia, la sociedad con la que se enmascaró una absorción por parte del otro astillero ferrolano (el de la construcción militar) y sin capacidad para competir en un mercado para el que estaba bien dotada. La plantilla se fue recortando sin pausa desde la primera reconversión de los años 80 y buena parte de los terrenos están dedicados a criar maleza y la herrumbre. Como si por aquí la crisis y el paro pasasen de largo.

La Xunta de ahora y la de antes, la iniciativa popular que ya ha recogido más de 15.000 firmas y el sentido común exigen que no se prohíba construir barcos a quien tiene medios y sabe hacerlo. Y si los acuerdos inconcebiblemente secretos no permiten que lo hagan empresas públicas, que al menos dejen actuar a la iniciativa privada. Depende de Bruselas, pero también de Madrid y de una sociedad de participación pública en la que, se supone, manda la vicepresidencia económica. Europa tiene en Ferrol el Silicon Valley de la construcción naval. Pero el tiempo se acaba.
lavozdegalicia.es

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