miércoles, 10 de junio de 2009

Respuestas con cabeza

el corazón, en cuestiones de industrias y empresas es siempre deseable y aconsejable darle una oportunidad a la cabeza. Una vieja recomendación que, en el caso de Galicia y más concretamente en el de Ferrol y su amplia comarca, ha de ser también aplicada con Astano, aún a riesgo de resultar un aguafiestas y correr el peligro de ser mal interpretado por quienes no quieren oír peros y menos aún entrar en reflexiones que puedan contrariar su apasionado punto de vista.

Así, pues, hagámonos alguna preguntas.

¿Bastará con que la Comisión Europea levante el veto que pesa sobre Navantia para que Astano vuelva a los tiempos gloriosos de la construcción naval y se convierta en un referente mundial de la construcción de barcos civiles? Es más, ¿en la vida del fabuloso astillero hubo alguna etapa gloriosa en la que llegó a ser uno de los campeones nacionales de la rentabilidad del negocio?

Ninguna de las dos preguntas pone en cuestión la calidad y cantidad del capital humano disponible ni, por supuesto, la idoneidad de sus instalaciones para hacer buques de gran formato, ni tampoco su ubicación en la ría; simplemente toca cuestiones elementales, que están en el centro de gravedad de unas decisiones y, antes de por los latidos del corazón, han de pasar por el exhaustivo examen de la racionalidad empresarial.

Digamos empresarial y no económica, porque siendo adjetivaciones aparentemente similares, pueden ser distintas en sus objetivos. Pues podría ser que si bien como unidad empresarial el astillero de Fene no fuese un negocio redondo, económicamente si lo fuese para Ferrol, para Galicia o para una industria integrada, en la que mantener las gradas muy activas jugase un papel determinante para que otras unidades productivas obtuviesen altas rentabilidades.

Lógicamente, una interrelación industrial de ese nivel requiere de un alto grado de vertebración y complementariedad, en el que juega un papel importantísimo todo lo que se refiere a modelos de investigación, desarrollo e innovación altamente integrados y conocedores de los avances tecnológicos y sus múltiples aplicaciones en un mundo mundial, cuyo sistema económico saldrá muy retocado de la crisis actual.

Pero para llegar hasta es estadio de interdepedencia industrial avanzada, se requeriría un marco de política económica pertinente a ese escenario. Cuestión esta última que malamente puede tener acogida en una Xunta cuyos gobernantes son refractarios a la macroeconomía y fían el crecimiento de Galicia a lo que decida la mano invisible que guía la microeconomía.

El hecho es que, además de ser libre para construir buques, Astano tiene que ser competitivo en un mercado maduro fuertemente internacionalizado, donde las condiciones de equilibro suelen estar trufadas y los precios no reflejan bien la estructura real de costes de los competidores. Los estudios de rentabilidad tendrán que proyectarse sobre los escenarios que sucederán a la crisis económica, a un mercado de fletes condicionado a un previsible repunte de los precios del petróleo y de las materias primas, campos abonados a la acción del capital especulativo, y más sometidos que nunca al escrutinio de la escasez y del cambio climático. Nada de esto depende de Bruselas.

LPOUSA@ELCORREOGALLEGO.ES

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